Biomasa, ¿ha perdido la razón la política energética?

Biomasa, ¿ha perdido la razón la política energética?

La industria reclama a la UE, a través de CEI-Bois,  que revise su política energética y de cambio climático para evitar la distorsión del mercado de aprovisionamiento de madera.

 

En un artículo del pasado 28 de septiembre, el dominical británico “Sunday Times” se lleva las manos a la cabeza abriendo el debate de la biomasa eléctrica. La antigua planta de carbón de Drax (Yorkshire) de 3,960 mega vatios, 7% de la energía del país, se ha vuelto “verde” gracias a los generosos subsidios auspiciados por las políticas de cambio climático y a tres barcos semanales de costosa madera importada desde miles de kilómetros. Lo que ha convertido a Reino Unido en el mayor importador mundial de pellets.

 

La biomasa de madera es la principal fuente sólida de energía sostenible por su alto poder calorífico y facilidad de manejo.

En la industria de la madera lo sabemos bien ya que genera subproductos y residuos de calidad muy apreciados desde siempre, para la valorización energética.

Algunas compañías los utilizan en sus propias calderas de calor industrial, y otras conforman el combustible fabricando astillas, pellets, briquetas, etc. para su venta envasada o a granel.

Pero el exponencial crecimiento de la producción y consumo de biomasa en incentivadas calderas domésticas, industriales o en plantas energéticas como la de Drax, o su equivalente en otros países, no es viable sin recurrir directamente a la de origen forestal.

La política europea de energías renovables ha querido impulsar el aprovechamiento de la biomasa de las masas forestales locales evitando al mismo tiempo el conflicto con el uso maderero de las mismas. ¿Cómo?; aprovechando los residuos de la gestión forestal mejorando su rentabilidad, creando cultivos energéticos no competidores, evitando el uso de territorios con alto valor como almacén de carbono, etc., etc.

No obstante, salvo excepciones la política de la Comisión Europea, de varios de sus estados miembros y regiones están consiguiendo todo lo contrario, pues la competencia de la biomasa llamada de calidad, mayormente de origen forestal, está afectando gravemente al suministro de los sectores tradicionales en la industria de la madera y a su competitividad. El obligado seguimiento del impacto de las políticas por parte de la UE, su armonización y el establecimiento de mecanismos de ajuste brilla en este caso por su ausencia.

Mientras, los grandes productores y consumidores de biomasa, y ciertas líneas de incentivos públicos, se contentan con la loable normalización y certificación de la inocuidad, origen local, legal y sostenible de la madera forestal. Algo que evidentemente no asegura que su consumo se produzca en condiciones competitivas con otros mercados.

FEDEMCO/ GROW tuvo la oportunidad de promover y apoyar el manifiesto de la patronal europea CEI-Bois divulgado en Bruselas el pasado mes de septiembre en el Parlamento Europeo. Entre otras cosas se reclama re-organizar los actuales incentivos para mejorar la disponibilidad de madera forestal, y potenciar su transformación en cascada en productos que como los envases, embalajes y palets de madera y sus reciclados (p.ej. los tableros aglomerados) alargan el efecto de almacén de carbono.



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